El Señor está cerca: Domingo 4 Enero
Domingo
4
Enero
Hermano mío Jonatán, que me fuiste muy dulce… maravilloso me fue tu amor.
2 Samuel 1:26
Ausente de la mesa

David, siendo poeta, expresó su dolor a través de una hermosa elegía cuando su querido amigo Jonatán murió por las flechas de los filisteos. La verdadera amistad anhela crear monumentos conmemorativos de aquellos que ya no están. Atesoramos sus memorias y mantenemos vivos sus nombres en nuestros corazones. De la misma manera, los que amamos a Cristo debemos mantenerlo presente en nuestra memoria. Si usted tiene la oportunidad de hablar de él, no calle. Si puede componer música en su honor, dedíquele sus melodías más dulces. Demuéstrele a quienes lo rodean que su amor por el Señor está por encima de todo. Y si no puede expresarlo con palabras, utilice su pluma para dar testimonio de Jesús. Diga junto al salmista: “Rebosa mi corazón palabra buena” (Sal. 45:1).

¿Cómo podemos preservar el nombre de Cristo ante los hijos de los hombres? Me gustaría preguntarle en voz baja: «Si usted ama a Jesús, ¿por qué no participa de su mesa?». La mejor manera de mantenerlo en la memoria es precisamente la que él mismo eligió. ¿Qué explicación tiene usted, que dice amar a Cristo, para no participar en esta celebración de amor? Él nos dejó esta petición antes de partir: «Reúnanse y hagan memoria de mí». Sin embargo, aunque usted afirma amarlo –y no dudo de la sinceridad de sus palabras– todavía no ha respondido a su amorosa invitación de compartir el pan y el vino, símbolos de su cuerpo y su sangre derramada.

¡David cantó a Jonatán sin que alguna ley lo obligara! ¿Qué podemos decir entonces de aquellos que, diciendo amar a Cristo más de lo que David amó a Jonatán, nunca lo han recordado como él nos pidió, y han dado la espalda a su dulce recordatorio en la mesa de la comunión?

C. H. Spurgeon