El Salmo 107 nos cuenta la historia de Israel y describe los caminos de Dios para con su pueblo. Esta historia incluye tanto a las diez tribus del norte como a las dos tribus del sur, abarcando su pasado, presente y futuro. Los caminos de Dios para su pueblo son tratos de su justo gobierno para el cumplimiento de sus propósitos. Al meditar en ellos, aprendemos a conocer a Dios y cómo obra con sabiduría y amor, ya sea para corregir, disciplinar o castigar. A través de estas experiencias, él guía a su pueblo, lo que los impulsa a alabarlo con gratitud (v. 1).
El Salmo 107 es el primero del quinto libro de los Salmos (107 a 150), cuyo tema son los caminos de Dios. De manera similar a Moisés en Deuteronomio, el salmista expone por qué Dios interviene y qué resultados tienen sus correcciones. Describe con maestría cómo Dios, en su fidelidad y bondad, trajo de vuelta a sus redimidos desde los cuatro puntos cardinales (v. 3). Al relatar las pruebas y los momentos de angustia que vivieron, resalta cómo Israel clamaba al Señor en busca de ayuda. El libro de Jueces narra experiencias similares de tribulación e intervención divina ante el clamor del pueblo.
Este salmo no solo aborda la historia pasada, sino que también anticipa el futuro cuidado misericordioso de Dios hacia su pueblo. Los rectos (v. 42) experimentan la bondad de Dios y se benefician de su disciplina, pues por medio de ella se vuelven sabios y perspicaces (v. 43).
Esto nos presenta un desafío para nosotros en la actualidad: “¿Quién es sabio… ?” (Stg. 3:13, citando el Sal. 107:43). Es interesante considerar que en el texto original hebreo, tanto el verbo guiar como el sustantivo camino comparten la misma raíz. El camino correcto (“camino derecho” en RVR60) está en perfecta armonía con la justicia de Dios, y se contrapone a los caminos pecaminosos que desviaron a Israel. El camino recto conduce a lo justo: una ciudad donde morar en comunión con Dios y su pueblo, donde hallamos gratitud y alegría.