El Señor está cerca: Lunes 12 Enero
Lunes
12
Enero
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Mateo 11:28-29
El descanso de la salvación y el descanso de la obediencia

¿Se encuentra usted desanimado o carente de consuelo? El Señor dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados… y yo os haré descansar”. Esta invitación se extiende a todos, sin condiciones: únicamente es necesario acudir a él. La gracia de Dios no es un permiso para hacer lo que queramos, sino que transforma nuestro corazón para que deseemos hacer su voluntad. Después de decir “Yo os haré descansar”, el Señor continúa diciendo: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”. Observe la diferencia entre los dos descansos que el Señor ofrece: en el primero (v. 28), él dice “Venid a mí… y yo os haré descansar” –gracia pura para el alma necesitada que solo tiene pecados que aportar; en el segundo (v. 29), él dice “llevad mi yugo” –esto nos habla de sujeción a él, y el efecto de esta sujeción es descanso para nuestras almas.

Cuando, en su miseria, el pecador acude a Jesús, el Salvador le da descanso, “sin dinero y sin precio” (Is. 55:1). Sin embargo, si esa alma no sigue la senda de Cristo, se vuelve miserable y pierde el consuelo que tenía al principio. ¿Por qué? Porque no ha tomado sobre sí el yugo de Cristo. El Señor le ofrece descanso al pecador con una simple invitación: «Ven a mí, tal como eres», mientras que los términos para que el creyente halle descanso son: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”.

El Señor Jesucristo mantiene su gobierno moral sobre los suyos, y quienes no se someten a él experimentarán más inquietud que cualquier otra persona –en tal condición, no pueden disfrutar ni de él ni del mundo. Si hemos encontrado a este Salvador pero no llevamos su yugo, Dios no desea que pretende que seamos verdaderamente felices. Cualquier otra forma de felicidad será falsa.

W. Kelly