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En este relato muchos fariseos y doctores de la ley estaban reunidos en una casa, y Jesús les enseñaba. “Sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús” (v. 18-19). Estos hombres mostraron su perseverancia para llevar a su amigo paralítico hasta Jesús. La multitud agolpada alrededor de Jesús les impedía llegar hasta él… ¡Pero entraron por el tejado! Actuaron delante de todos, sin preocuparse por lo que dijeran los demás. Su forma de obrar, sin palabras, muestra su confianza en Jesús, en su poder.
Jesús respondió a su fe inmediatamente, y dijo al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”. Y en seguida lo sanó.
Amigo lector, nuestra primera necesidad es ser perdonados por Dios. Este hombre mostró su fe levantándose cuando Jesús le ordenó.
Al igual que él, quizá vivamos con un sentimiento de culpa que nos deprime y nos paraliza. Escuchemos y recibamos la palabra de Jesús: “Tus pecados te son perdonados”. Entonces por la fe podremos responder al poderoso llamado de Jesús: “Levántate y anda”. Con la ayuda del Señor, podremos seguir adelante para agradarle en nuestra vida diaria.
Job 39-40 – Santiago 1 – Salmo 136:10-22 – Proverbios 29:1-2