Asaf es el autor de numerosos salmos. En este salmo expresa su perplejidad ante lo que ve a su alrededor.
Él era creyente, pero envidiaba a los que vivían sin Dios y, sin embargo, prosperaban en el mundo. Parece que a esos hombres malos e incrédulos todo les salía bien. Hablaban y actuaban afirmando que Dios no los veía. Y Asaf, que trataba de agradar a Dios en su vida, tenía muchas dificultades; pensaba que de nada servía honrar a Dios.
Asaf se sumergía, pues, en la perplejidad, y sus tristes reflexiones lo hacían infeliz. Pero de repente cambió completamente su discurso (v.? 17). ¿Por qué? Porque fue a Dios con sus preguntas y entró en su presencia. ¡Allí vio las cosas de forma muy diferente! Tomó consciencia de que las personas a quienes envidiaba iban camino al juicio, y que él tenía un lugar junto a Dios eternamente (v. 24). También comprendió que Dios nunca lo había abandonado en medio de las dificultades que había atravesado. Entonces sus preguntas, su perplejidad, e incluso su amargura, dieron lugar al gozo, a la confianza y a la esperanza.
Cristianos, hay muchas cosas que pueden parecernos injustas o incomprensibles en este mundo. Pero, como Asaf, acerquémonos a Dios con nuestras preguntas. Entonces veremos las cosas desde otro punto de vista, es decir, desde arriba, y tendremos confianza en la bondad de Dios.
Job 15 – Hebreos 6 – Salmo 123 – Proverbios 27:17-18