Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios.
Muy a menudo, en la Biblia, Dios promete enseñar y dirigir a los suyos. Es como si hubiese un diálogo entre el Señor y los que lo buscan y viven cerca de él:
– El creyente siente la necesidad de ser conducido e instruido, y lo expresa mediante la oración.
– El Señor responde por medio de las promesas de su Palabra y mediante sus cuidados diarios.
– El creyente agradece a Dios y lo alaba por la manera en la que lo dirigió.
¡Felices los que conocen a Dios y saben que pueden contar con él para ser conducidos por el buen camino! ¡Felices los que desean ser enseñados por el Señor y decirle: “Enséñame, oh Señor, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre” (Salmo 86:11).
“Bendito el varón que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17:7-8).
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32:8).
2 Crónicas 17 – 1 Corintios 9 – Salmo 102:23-28 – Proverbios 22:15