Hacía poco tiempo que una vendedora de frutas había descubierto que la Biblia era la Palabra de Dios. La leía detrás de su puesto mientras esperaba a sus clientes.
- ¿Qué está leyendo ?, preguntó un comprador.
- La Palabra de Dios, la Biblia, respondió ella alegremente.
- ¿De verdad ? Pero, ¿quién le dijo que la Biblia es realmente la Palabra de Dios ?
- Dios mismo me lo dice.
- ¿Le habló realmente en persona ?
La vendedora titubeó un instante y luego señaló la plaza de mercado, que esa mañana estaba bien soleada :
- ¿Podría usted probar que el sol existe ?
- ¿Probarlo ? No es necesario, pues siento su calor y veo su luz.
- Así es la Biblia para mí. Calienta mi corazón e ilumina mis pensamientos. ¡Esto me prueba que se trata efectivamente del Libro de Dios !
“Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos (o un gran tesoro)” (Salmo 119 : 162).
“La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos ; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4 : 12).
1 Crónicas 13-14 - Lucas 12 : 41-59 - Salmo 89 : 38-45 - Proverbios 20 : 18-19