La historia de Mefi-boset, en 2 Samuel 9, nos ayuda a comprender lo que es la gracia de Dios y su amor, el cual no merecemos.
Saúl reinó antes de David. Pero dominado por los celos, odió y trató de matar al futuro rey David hasta el final de su vida.
A pesar de todo, David sucedió a Saúl en el trono. Entonces preguntó: “¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios?” (2 Samuel 9:3). Le respondieron que quedaba un nieto de Saúl, Mefi-boset, que era cojo.
Ahora bien, en cierta ocasión la gente se había burlado de David diciendo que los cojos y los ciegos serían más fuertes que él. David detestaba recordarlo (leer 2 Samuel 5:6-9). Así Mefi-boset, nieto del enemigo de David, y además cojo, no tenía, pues, nada para atraer el favor del rey. ¡Todo lo contrario! Pero David mandó traerlo. Y cuando llegó atemorizado, David lo recibió con bondad. Le devolvió bienes, siervos… Y más aún: ¡ordenó que a partir de ese día comiese a su mesa, como un hijo del rey!
La manera en que actuó David nos muestra cómo Dios quiere perdonar. El hombre es enemigo, pecador y aborrece a Dios. No tiene, pues, nada para merecer el favor divino. Pero Dios lo busca para acogerlo con bondad y perdonarle sus pecados; aún más: quiere convertirlo en su hijo, un hijo amado. Lo único que el pecador debe hacer es creer en Jesús, quien fue condenado en nuestro lugar y llevó nuestro castigo en la cruz.
Miqueas 5-6 – Lucas 5:1-16 – Salmo 84:1-4 – Proverbios 19:15-16