La Buena Semilla: Sábado 26 Junio
Sábado
26
Junio
¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.
Salmo 42:5
El desánimo

Sería falso y duro afirmar que un cristiano no puede estar triste. Es falso porque, creyentes o no, todos podemos pasar por fases de depresión que no tienen un origen espiritual. ¡Qué duro es para los que pasan por esas situaciones lamentables!

La Biblia cuenta la historia de creyentes que pasaron por grandes angustias, por ejemplo Job, Elías, Jeremías, Pablo.

Incluso sin tener momentos de depresión, a todos nos pasa que un día u otro estamos tristes o desanimados. En la vida de fe puede existir una sucesión de altibajos, de momentos en los que todo es claridad y otros en los que el horizonte parece oscurecerse. No dejemos que el pesimismo nos gane; nuestra fe debe estar vivificada continuamente por la lectura de la Palabra de Dios. Pidamos al Señor que haga brillar su luz en nuestro corazón mirando al Salvador en los evangelios.

La lectura de los salmos nos reconforta cuando nos sentimos turbados, desanimados, incomprendidos. A menudo sus autores cuentan su tristeza a Dios, ponen palabras a su sufrimiento. “¿Por qué te abates, oh alma mía…?”. Es como una toma de conciencia, la búsqueda de las causas de este sufrimiento, la convicción de que Dios quiere ocuparse de él y curar las heridas. Los momentos de recogimiento para buscar a Dios, solos o con la ayuda de hermanos y hermanas cristianos, pueden ser una gran ayuda.

“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario” (Salmo 63:1-2).

2 Reyes 25 – 2 Timoteo 2 – Salmo 76 – Proverbios 18:4-5