El Señor dice así: Ordena tu casa, porque morirás… Ezequías… hizo oración al Señor.
Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger… teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor.
– El ejemplo (Isaías 38): ¡Qué golpe para el rey Ezequías! Todavía en la flor de la vida, se le anunció que pronto moriría… Entonces oró a Dios; no comprendía por qué le sucedía esto. Le recordó que había sido fiel y derramó muchas lágrimas. Dios escuchó su oración, vio sus lágrimas y respondió añadiendo quince años a su vida. Este rey compuso un relato en el que evoca sus sufrimientos, su tristeza por dejar este mundo. También cuenta que Dios le habló y lo tranquilizó. Ezequías exclamó: “A ti agradó librar mi vida… echaste tras tus espaldas todos mis pecados… el Señor me salvará” (Isaías 38:17-20).
– La lección: ¡Qué choque saber que el final de mi vida está tan cerca! Todo parece tambalear: mis proyectos pierden sentido (Job 17:11). ¿Quién se ocupará de mi familia? El dolor de la separación es grande… Y surgen las preguntas: ¿Estoy listo para partir, para encontrar a Dios? ¿Qué sucede con mi fe y mi esperanza?
Si todavía no lo he hecho, es el momento de volverme al Señor. Si ya lo conozco como mi Salvador, sé que, en su amor, perdonó mis pecados y que mi lugar está preparado junto a él, en el descanso del cielo.
Sea que me devuelva la salud o que me lleve junto a él, Dios escogerá lo mejor para mí. Es hermoso vivir, pero estar con Cristo es muchísimo mejor. Que cada día que me concede sepa vivir con su gracia y decirle: ¡Gracias, Señor!
(continuará el próximo miércoles)