Desde la cárcel de G. nos llegó el siguiente testimonio: “Los recursos de Dios son verdaderamente misteriosos. Escuche mi historia:
Un día mi compañero de celda se quedó sin tabaco y pidió algo a la celda vecina. El tabaco llegó envuelto en una hoja de su calendario. Por un lado estaban escritos dos versículos de la Biblia, y por el otro una historia y, al final, su dirección. Esto me conmovió. Mi compañero de celda no entendía ni se interesaba por lo escrito, y menos todavía el que nos había provisto el tabaco, quien no sabía leer ni escribir. Pero en cada provisión de tabaco recibíamos una nueva hoja, y yo pedía a mi compañero que no la tirara, porque para mí era muy importante.
Un día mi compañero de celda fue dejado en libertad, y nuestro proveedor de tabaco pidió si podía ocupar su lugar. Su petición fue concedida; así fue como él llegó a mi celda… Los dos somos magrebíes.
Atamos su calendario a un barrote. Entonces pude explicar a mi nuevo compañero la importancia que tenía la Biblia; él me pidió que le leyese y le explicase el texto de cada día.
A veces mi vida en la cárcel es una pesadilla, pero mi esperanza está en Dios y en Jesucristo mi Salvador. Oren por mí”.
“Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo” (Hebreos 13:3).
“De los presos también os compadecisteis” (Hebreos 10:34).
Ezequiel 10 – Hechos 19:23-41 – Salmo 33:10-15 – Proverbios 11:19-20