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Jeremías repitió su mensaje… Pero no lo escucharon, se burlaron de él, lo persiguieron y lo metieron en la cárcel. El profeta sufrió viendo a su pueblo escoger el mal para su perdición. Pero en medio de su angustia oró y habló con Dios: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí”. Dios prometió liberar a su fiel testigo.
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¿Por qué a veces un creyente debe sufrir injustamente por parte de sus hermanos en la fe? Porque desea obedecer la Palabra de Dios en un contexto cristiano que tiende a alejarse de Dios. Es doloroso ser incomprendido, pero muchos cristianos comprometidos lo experimentaron (Santiago 5:10). Y si debo sufrir lo mismo, el Señor sostiene mi fe; me permite experimentar sus compasiones y su amor… por todos los suyos. En su Palabra hallo fuerza y consuelo, e incluso, como Jeremías, el “gozo” de mi corazón.
2 Samuel 22:31-51 – Hechos 11 – Salmo 29:1-6 – Proverbios 10:27-28