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Sin embargo, Dios lo halló. Un ángel le ofreció comida caliente y agua, diciéndole: “Levántate, come”. Por segunda vez lo despertó de la misma manera; y solo después habló a la conciencia de Elías, con poder y dulzura, para reavivar su fe.
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Pero aún hay una lección: nuestro desánimo, a menudo causado por nuestra culpa, activa la compasión del Señor. Él nunca nos olvida: incluso mediante ínfimos detalles nos muestra su presencia y sus cuidados. Quiere levantarnos, fortalecernos (a menudo por la Biblia, verdadero alimento espiritual) y sostener nuestra fe.
Elías pidió la muerte. Pero Dios lo preparó para llevarlo al cielo sin que pasase por la muerte (2 Reyes 2:11). Incluso si estamos extremadamente desanimados, el Señor nos reserva momentos de gozo y un futuro resplandeciente.
2 Samuel 3:22-39 – Mateo 25:31-26:13 – Salmo 21:8-13 – Proverbios 8:22-27