En nuestra sociedad, en la que mucha gente está “conectada”, la soledad sigue estando presente, y a menudo es difícil de soportar. También es grande la angustia de quienes constatan que nadie se interesa en ellos. ¡Cuántos llegan al peor extremo, cuando su alma derrotada ya no sabe a qué aferrarse…?! Para algunos, el día empieza muy temprano, y dicen: “Cuando uno duerme, al menos, ya no piensa”. Sin embargo, el sueño también puede desaparecer, y la noche, el único momento para olvidar, se transforma en un vasto campo de angustia.
Pero Dios se interesa por cada una de sus criaturas. Sabemos que ni la noche, ni la sombra pueden escondernos de su mirada. Veamos cómo el Señor Jesús se dirigía a los hombres, y descubriremos cómo nos ve Dios. ¡Qué claridad! Él no se equivoca sobre lo que somos, sin embargo, siempre está lleno de compasión por nosotros.
El evangelio de Juan habla de un hombre que vio a Jesús por primera vez. Sorprendido al ver que el Señor conocía su nombre y su vida, le preguntó: “¿De dónde me conoces?”. Jesús le dijo: “Cuando estabas debajo de la higuera, te vi” (Juan 1:48). Todavía hoy, la mirada del Señor Jesús está puesta en nosotros continuamente.
¿Está usted solo, sin amigos? ¡El Señor Jesús lo ama y está cerca, es bondadoso y llama a su puerta! Él no molesta a nadie. Usted tiene que abrirle, es decir, hablarle con sus propias palabras; él le escuchará y le hablará…
Jesús dijo: “Entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).
1 Samuel 26 – Mateo 21:1-22 – Salmo 18:37-42 – Proverbios 6:20-26