Podríamos pensar que hay muchos grupos religiosos en el mundo. Pero en realidad solo hay dos : uno que cree merecer la gracia divina ; otro que está formado por los que reconocen que no pueden dar nada a Dios, ni siquiera por el perdón de uno solo de sus pecados.
- El primero propone al hombre hacer obras meritorias para ser libre de su culpabilidad, para ganar el favor divino y el paraíso : cumplir buenas obras, observar ritos, sacrificar su tiempo, sus riquezas, su cuerpo, su vida… Se piensa dar algo a Dios esperando recibir o merecer algo de Él. Pero, ¿quién podría satisfacer las exigencias divinas ? Y el pobre, el que carece de recursos materiales, ¿estaría perdido ?
- El segundo grupo está constituido por esos “pobres” que solo pueden decir : “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Es confesar nuestra incapacidad para merecer la gracia divina y confiar en Dios, el único que puede solucionar el problema de nuestros pecados. Entonces Jesús afirmó : “Este descendió a su casa justificado” (Lucas 18 : 13-14), es decir, mucho más que perdonado : hecho justo.
-
-
-
1 Samuel 25 : 1-22 - Mateo 20 : 1-15 - Salmo 18 : 25-30 - Proverbios 6 : 12-15