Desde la antigüedad se han distinguido tres grandes edades en la vida: la juventud, la adultez y la vejez. En la Biblia también encontramos las edades “espirituales” de los creyentes: existen los hijos, los jóvenes y los padres (1 Juan 2:13). La edad espiritual no coincide siempre con la edad física. Por ejemplo, el que acaba de creer en Cristo a los 60 años es aún un niño en la fe.
Todos los que han creído en el Señor Jesús forman parte de la familia de Dios. Todos tienen la misma vida nueva, la vida de Cristo. El niño en la fe conoce a Dios como su Padre. Es llamado a crecer espiritualmente, a profundizar su relación con Dios.
El apóstol Juan se dirige, pues, a los padres, a los jóvenes y a los niños. Les da instrucciones con respecto a las etapas normales de su crecimiento según la enseñanza de la Palabra de Dios y los cuidados del Padre. Ese crecimiento se nota cuando se dejan formar y disciplinar: “El Señor al que ama, disciplina” (Hebreos 12:6-8, 11).
A lo largo de varias semanas evocaremos algunos momentos críticos que podemos atravesar (los llamaremos “crisis”). Nos apoyaremos en los ejemplos de la Biblia y sacaremos una lección.
Trataremos los siguientes temas: el encuentro con el Señor, el llamado al servicio, los fracasos y la duda, la enfermedad, el conflicto, la incomprensión, las liberaciones, la serenidad, la prueba y sus resultados.
1 Samuel 15 – Mateo 13:1-23 – Salmo 12 – Proverbios 3:32-35