En la tumba del escritor Paul Claudel no hay ninguna fecha, solo este epitafio, inspirado sin duda en la carta de Pablo a los corintios: “Aquí descansan los restos y la simiente de Paul Claudel”. Es fácil comprender que una tumba contenga los restos de un hombre, pero es sorprendente que estos restos sembrados en la tierra puedan hablar de esperanza de vida. Sin embargo, es precisamente lo que anuncia la Palabra de Dios. El cuerpo del hombre es, por así decirlo, “sembrado”, sea enterrado, echado al agua o incinerado.
Como un grano sembrado en la tierra muere para germinar y dar una nueva planta, el cuerpo del hombre también “germinará” mediante la poderosa intervención de Dios. Es la resurrección. Todos los muertos resucitarán, pero no en el mismo momento:
– Los creyentes de todas las generaciones, quienes han recibido la vida de Dios, resucitarán cuando Jesucristo venga a buscarlos. Los llevará con él al paraíso, al que también llama “la casa del Padre” (1 Tesalonicenses 4:15-17).
– Al final de los tiempos, los cuerpos de todos los que hayan rechazado los diversos testimonios de la bondad de Dios resucitarán para comparecer ante el Juez, que será el Señor Jesús mismo (Apocalipsis 20:11).
La resurrección es un hecho ineludible para todos. Hoy es necesario conocer al Señor Jesús como Salvador, para no tener que hallarlo más tarde como Juez. ¡Vaya a él tal como es! Acepte su gracia y el lugar que le ofrece en la casa del Padre. ¡Mañana puede ser demasiado tarde!
Deuteronomio 28:1-37 – Juan 18:1-18 – Salmo 119:113-120 – Proverbios 26:23-24