Hoy, algunos consideran la Biblia como un libro pasado de moda, pero otros lo reconocen como un libro excepcional. En febrero de 2010, en París, la Alianza Bíblica Francesa organizó una exposición que llevaba el título: La Biblia, patrimonio de la humanidad. ¿Por qué se dio este calificativo a la Biblia? El patrimonio es “la herencia del pasado que disfrutamos hoy y que transmitimos a las generaciones futuras”. La Biblia cumple con estos criterios. Muchos descubrimientos arqueológicos confirman la autenticidad de los hechos históricos citados en la Biblia. Además, ella ha sido una fuente de inspiración para muchos pintores, escultores, escritores y músicos.
Pero, para muchos, la expresión “patrimonio de la humanidad” evoca la admiración al trabajo de aquellos que lo hicieron. Sin embargo, la Biblia tiene una autoridad moral que se impone a la conciencia del hombre, incluso si este se opone. Si tiene esta autoridad es porque no es el resultado del trabajo de los hombres que la redactaron. Ella es la Palabra de Dios. La Biblia responde las preguntas básicas: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?
¿Qué lugar le damos a la lectura de este Libro único?
“Las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:15-17).
Deuteronomio 11 – Juan 7:1-31 – Salmo 118:10-14 – Proverbios 25:16-17