Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
Pasaje bíblico: Era la última velada que Jesús pasaba con sus discípulos. Él sabía todo de antemano y les advirtió que esa noche todos lo abandonarían (Juan 16:32). Pero enseguida Pedro declaró que aunque todos los demás lo abandonaran, él no lo haría. En el fondo, refutaba la advertencia de su Maestro. Entonces Jesús lo llamó por su anterior nombre: “Simón, Simón”. Le explicó que iba a sufrir los ataques de Satanás, pero también le dijo que ya había orado por él para que su fe no se debilitara. ¡Pedro negaría a su Maestro, pero Jesús lo levantaría!
Aplicación: ¡Qué fácil es creerse fuerte cuando todo va bien, e incluso creerse más fuerte que los demás! Sin embargo la Palabra es clara: no tenemos ninguna energía espiritual en nosotros mismos. Nuestra única fuerza se halla permaneciendo en comunión con el Señor.
Cuando atravesamos la prueba, pronto nos sentimos turbados, desamparados. Y lo más triste es que entonces las dudas surgen en nuestra mente. La fe vacila, y nos sentimos desorientados (Salmo 88:15).
Sin embargo el Señor siempre está ahí y nos llama por nuestro propio nombre para decirnos: “He rogado por ti, que tu fe no falte”.
Y si hemos caído, el Señor quiere levantarnos, como lo hizo con Pedro. Incluso puede utilizarnos para ayudar a nuestros hermanos y hermanas, y para hacer visible la antorcha de la fe. Una antorcha que, por la gracia del Señor, nunca se apagará.
(continuará el próximo martes)