Para algunas personas, la vida humana parece no tener mucho valor. Muchas veces hay agresiones y muertes por cualquier motivo. Sin hablar de crímenes, guerras y terrorismo, el aborto y la eutanasia se han vuelto comunes en algunos países donde la gente quisiera poder escoger la muerte según su conveniencia.
La Biblia nos muestra la importancia de cada ser humano para Dios, primeramente porque fue creado a Su imagen (ver Génesis 1:27). No debemos, pues, despreciar a nadie; es preciso respetar la vida que Dios da.
Dios formó al ser humano de una forma maravillosa. “En oculto fui formado, y entretejido… Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (Salmo 139:15-16).
Dios tiene su plan para cada uno de nosotros. Al profeta Jeremías le dijo: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué” (Jeremías 1:5).
¿Cómo intervino Dios ante el desprecio a la vida humana, mostrado ya por medio de Caín, quien mató a su hermano Abel? Dios se hizo hombre en la persona de Jesús, don y manifestación del amor divino hacia los hombres. ¿Lo recibieron, lo respetaron? La cruz en la que Cristo fue clavado es la respuesta de los hombres al amor de Dios. ¿Destruiría Dios a los asesinos? No, Jesús murió para salvar a los pecadores, “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Isaías 28 – 1 Pedro 3 – Salmo 45:6-9 – Proverbios 13:24-25