Valentín acababa de leer en la Biblia: “Sed, pues, imitadores de Dios… andad como hijos de luz”. ¡Estas palabras lo dejaron muy pensativo! ¿Dios no ponía el nivel demasiado alto para un joven cristiano como él? Un poco desanimado, comentó su reflexión a un amigo mayor que él, quien le dijo:
“Valentín, ¡no leíste todo el versículo! ¿Qué está escrito?”. “Sed, pues, imitadores de Dios
Amigos cristianos, no invirtamos el orden de las cosas: Dios nunca pedirá a alguien que no es su hijo, que le imite como un “hijo amado”. Nunca exhortará a alguien que solo conoce las tinieblas, a vivir como si fuese un hijo de luz. Y uno no se convierte en un hijo amado, o en un hijo de luz, por sus propios esfuerzos, sino solo mediante la fe en Jesús.
Dios hace de nosotros sus propios hijos y nos transmite su naturaleza. Entonces, y
Isaías 11-12 – 1 Tesalonicenses 1 – Salmo 40:1-5 – Proverbios 13:2-3