El agua es preciosa para la humanidad, incluso esencial para su subsistencia ; sin embargo muchas veces es malgastada o empleada sin precaución. Para sensibilizar la opinión pública, un cineasta grabó una película titulada “La sed del mundo”. Este es un tema que debería hacer reflexionar a todos los seres humanos.
Pero pocas personas se preocupan por la sed de su alma : sed de paz interior, de felicidad, de seguridad, de esperanza. El Señor Jesús dijo un día a la multitud a la cual daba de comer : Ustedes se preocupan por la vida presente, por las cosas materiales de esta tierra, y descuidan la vida eterna (Juan 6 : 26-27).
Y usted, ¿ha buscado y hallado el agua que da la vida ? Es lo que Jesús nos da. Él lo dijo a una mujer de Samaria que fue a sacar agua para beber (vuelva a leer el versículo de hoy). Jesús sabía muy bien que ella tenía necesidades más importantes que su sed física. Necesitaba amor, atención, consideración y paz para su conciencia. ¡Esto era precisamente lo que Jesús quería darle ! La llenó de tanto gozo interior, que olvidó su cántaro y fue a decir a la gente de la ciudad : “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo ?” (Juan 4 : 29). La respuesta llegó rápidamente : “Sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo” (Juan 4 : 42). El que depositó su confianza en Cristo puede declarar con gozo : “Todas mis fuentes están en ti” (Salmo 87 : 7).
Deuteronomio 14 - Juan 8 : 31-59 - Salmo 119 : 1-8 - Proverbios 25 : 23-24