En la selva brasileña, donde se había evangelizado a una pequeña tribu, el líder de la comunidad dijo: «Siempre habíamos creído que nuestro Creador estaba profundamente decepcionado con nosotros, que había huido y nos había abandonado. Ahora sabemos que, por el contrario, ha venido a nosotros y nos ha abierto un camino para volver a él».

Este jefe tribal había comprendido lo que afirma el Evangelio y que muchos ignoran o se niegan a creer: ¡Jesús se hizo hombre para salvarnos! De lo contrario, malos y decepcionantes como somos todos, nuestro Dios nos habría rechazado y condenado hace mucho tiempo. Pero la Biblia declara: “Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3:4-5). Realmente tuvo que amarnos para enviar a Jesús, su Hijo, ¡para que asumiera nuestra humanidad y muriera por nosotros! Este amor, que no puede compararse con el amor humano, nos permite acercarnos a Dios a través de Jesús. Este amor se manifestó en la cruz, donde Jesús fue crucificado, aceptando morir para sufrir en nuestro lugar el juicio que merecen nuestros pecados. Esto es incomprensible para la razón humana, pero mediante la fe, los creyentes lo aceptan y lo guardan en su corazón. La fe les da paz, alegría y la mejor razón para vivir. Dios ama a los pecadores y los invita a ir a él y nunca deja sin castigo el pecado, porque también es el Dios santo.