Imagine un anuncio que diga: «Se vende un lugar en el paraíso. Precio a convenir».
¿Qué precio estoy dispuesto a pagar para estar seguro de ir al cielo después de mi muerte? Muchas personas estarían dispuestas a pagar una suma considerable si estuvieran seguras de que el anuncio va en serio. Algunos hacen grandes esfuerzos e inmensos sacrificios, precisamente con este fin; y no necesariamente esfuerzos financieros, sino esfuerzos religiosos de todo tipo. ¡Por supuesto, este tipo de anuncio no aparece en ningún periódico!
Pero, ¿sabía que hay un anuncio sobre el paraíso en la Biblia? No pone lo mismo, porque el paraíso no está a la venta y el precio no se puede negociar. ¿Por qué no? ¡Porque nadie puede permitirse comprar un lugar así! Dios pagó el precio por nosotros, ¡y le costó caro! Sacrificó a su único Hijo amado para ofrecer un lugar en el cielo a los hombres culpables. Solo la preciosa sangre de Jesús puede lavar los pecados de los que creen en él y darles libre acceso al cielo (1 Pedro 1:18-19).
El anuncio de Dios es el siguiente: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). No se trata de un precio, pues la salvación es gratuita. ¡Y precisamente porque es gratuita, muchas personas desprecian la oferta! ¡Quieren pagar, o al menos contribuir!
Pero la Biblia es categórica: si quiere beneficiarse de la gracia de Dios, debe recibirla gratuitamente.