La Buena Semilla: Sábado 9 Mayo
Sábado
9
Mayo
Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?… Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito.
1 Corintios 12:18, 15, 21
Los creyentes somos miembros del Cuerpo de Cristo (3)
Cada miembro tiene un lugar asignado por Dios

En su soberanía y sabiduría, Dios otorga a cada creyente una función y un lugar muy precisos en el Cuerpo de Cristo. Al igual que, en un ser humano, la cabeza controla el funcionamiento del cuerpo, así Cristo, cabeza de la asamblea, controla a los miembros de este Cuerpo espiritual. Por tanto, cada miembro del Cuerpo debe aprender, en comunión personal con Jesús, cuál es su lugar y qué servicio le encomienda el Señor. A cada cristiano se le dan los recursos necesarios para llevar a cabo lo que el Señor le confía y cumplir con su papel.

Si Dios me hace comprender que soy un «pie» en el Cuerpo, no tendré celos del servicio que Dios se ha complacido en confiar al que es una «mano». Y si soy un «ojo», no despreciaré al que es una «mano» (versículo citado).

Tal vez esté convencido de que soy insignificante porque soy un miembro «que está escondido». Me equivoco al pensar así, porque los miembros ocultos que Dios quiso dejar invisibles son a menudo más útiles que los que son visibles a simple vista. Así sucede en el cuerpo humano, donde órganos diminutos y difíciles de ver son, en realidad, de vital importancia.

Debemos recordar siempre que todos los creyentes forman el Cuerpo de Cristo. Así que debemos orar por el bien de todos los hijos de Dios, conocidos y a menudo desconocidos. La Biblia nos anima a elevar súplicas a favor de todos los creyentes (Efesios 6:18).

(continuará el próximo sábado)