La Buena Semilla: Lunes 11 Mayo
Lunes
11
Mayo
Al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.
Hechos 24:25
Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones.
Hebreos 4:7
Solo Dios es grande, hermanos míos

Movido por la curiosidad, el rey Luís 14 quiso escuchar al famoso predicador y obispo Massillon, cuyos discursos atraían a un número cada vez mayor de oyentes. La seriedad de la predicación de Massillon causó una fuerte impresión en el rey. Lo llamó a Versalles y le dijo: «Ya he oído a un gran número de oradores y en general me han complacido, ¿pero por qué después de oírle a usted estoy tan insatisfecho conmigo mismo?».

Así que este rey intolerante, que al mismo tiempo era tan culpable, había sido golpeado en la conciencia por el filo de “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17). La Palabra no adula a nadie, sino que muestra al hombre, sea cual sea su posición social, lo que es a la luz de Dios, es decir, un pecador condenado al castigo, que solo puede ser salvado por la sangre de Jesucristo. Luís 14, impresionado por lo que había oído, expresó su intención de escuchar predicar a Massillon al menos una vez al año, pero el predicador nunca recibió otra invitación suya.

La última vez que Massillon tuvo que dirigirse al rey, su discurso, cuyo texto todavía se conserva, comienza así: «Solo Dios es grande, hermanos míos…». Pero esta vez el rey Luís 14, llamado el Grande, ya no pudo oírle, pues yacía en su ataúd. ¡Fue en su entierro!

“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2).