Muchas personas, insatisfechas con su vida, aspiran a algo distinto de su vida cotidiana. Nuestra sociedad de consumo alimenta esta insatisfacción e incluso la explota con fines comerciales. Sin embargo, de manera engañosa, la insatisfacción allana el camino a muchos males. La Biblia enseña claramente que estar contento con lo que se tiene, viviendo cerca de Dios (piedad), es una gran ganancia (1 Timoteo 6:6). ¡La piedad acompañada de contentamiento es de gran valor!
El creyente se contenta con lo que Dios considera oportuno concederle en su sabiduría y amor. Utiliza los bienes puestos a su disposición con gratitud y generosidad.
Mientras estuvo en prisión, el apóstol Pablo aprendió a contentarse en las situaciones en las que se encontraba (Filipenses 4:11). ¿Queremos aprenderlo nosotros también? Los creyentes hebreos aceptaron de buen grado ser despojados de sus posesiones, sabiendo que tenían “una mejor y perdurable herencia” para ellos (Hebreos 10:34). Esto demuestra claramente que el secreto para estar contentos con nuestra situación no reside en nuestras circunstancias vitales, sino en el estado de nuestro corazón. ¡El temor de Dios y la comunión con el Señor son esenciales! ¡Oremos para que podamos aprender a estar agradecidos con lo que Dios nos dio!
“Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:7-8).