En nuestra sociedad de consumo, nunca hemos tenido tantos deseos que satisfacer. ¿Cómo distinguimos entre lo necesario y lo superfluo, entre la necesidad y el deseo? Los franceses consumen tres veces más que en 1960. Pero, ¿son más felices?
En el ámbito moral y espiritual, necesitamos paz interior y felicidad… Cuando Jesús vivía entre los hombres, alimentó a una multitud de 5 000 personas con cinco panes y dos peces (Juan 6:5-14). Algunos le siguieron para aprovecharse de la situación. Pero también demostró que había venido a satisfacer necesidades mucho mayores. Los panes y los peces satisfacían las necesidades del cuerpo. Pero Jesús se presentó como el pan de vida, el que da la vida eterna. Esta imagen del pan es un símbolo que muestra que él trajo otro tipo de vida, que es esencial para nosotros. Por tanto, debemos recibirla.
La fe me permite hacer esto: creer que Jesús, el Hijo de Dios, nació en este mundo, que vivió en un cuerpo humano perfecto ante Dios, que en este cuerpo dio su vida en la cruz, que murió por mí, que su sangre fue derramada para lavar mis pecados… y que Dios le resucitó de entre los muertos. Comer el pan de vida, que me da vida eterna en abundancia, significa recibir como verdaderas en mi corazón estas virtudes de Cristo, de su sacrificio y de su resurrección.