El cuerpo humano es una de las obras maestras de Dios. El rey David expresó su admiración por la maravillosa composición de su cuerpo en el salmo 139.
Nuestro cuerpo está formado por muchos elementos muy diferentes, con características y funciones muy distintas, pero que funcionan juntos en perfecta unidad. Algunos tienen capacidades sensoriales, otras funciones orgánicas, pero todos tienen su utilidad. Cuando consideramos el cuerpo humano es difícil no creer en la existencia de un Dios Creador todopoderoso con una inteligencia infinitamente superior a la nuestra.
La Biblia también habla de un cuerpo simbólico, pero no como un concepto, sino como una realidad espiritual: el Cuerpo de Cristo. Está formado por todos aquellos que han creído en el sacrificio de Cristo en la cruz y le han aceptado como su Salvador.
A través de esta imagen del cuerpo humano, Dios quiere ayudarnos a comprender el valor y la belleza de este conjunto formado por creyentes, llamados a vivir en armonía, cada uno con su propia utilidad, pero cada uno también consciente de la necesidad de los demás miembros.
“De la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Romanos 12:4-5).
“Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo” (1 Corintios 12:13).