Este salmo expresa los pensamientos y oraciones de alguien que está siendo violentamente perseguido por hombres feroces. También evoca el sufrimiento causado por la vergüenza de ser despojado de su ropa y expuesto para que todos lo vean: “Ellos me miran y me observan” (Salmo 22:17). Se menciona un punto concreto: “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes” (Salmo 22:18).
Siglos más tarde, cuando Jesús fue crucificado, los soldados le quitaron su ropa y lo clavaron en una cruz. Luego la repartieron entre ellos. Estos soldados romanos, que no debían de estar familiarizados con los escritos judíos, cumplieron la profecía del salmo 22 con gran precisión. El reparto de la ropa se menciona en los cuatro evangelios, y con mayor detalle aún en el evangelio según Juan.
Juan, el único discípulo presente cerca de la cruz, relata lo que vio y oyó (Juan 19:35; 1 Juan 1:3). Especifica que los soldados dividieron las vestiduras en cuatro partes y luego, al notar que la túnica (una especie de manto bajo las vestiduras exteriores) era sin costuras, tejida toda de una pieza desde arriba, no quisieron rasgarla. Echaron suertes para ver de quién sería (versículo citado). ¡La profecía del salmo 22 se cumplió al pie de la letra! La túnica del Señor, símbolo de su naturaleza perfecta y divina, debía ser respetada.