Esta serie se centra en los versículos del salmo 22 citados en el Nuevo Testamento. Describen los sufrimientos y las oraciones de Jesús en la cruz, aunque fueron escritos por David aproximadamente mil años antes.
Comienza con este clamor: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” ¿Experimentó David situaciones en las que sufrió como las que expresa en este salmo? Como profeta (Hechos 2:30), predijo, con siglos de antelación, el conmovedor clamor de Jesús en la cruz.
Jesús solía dirigirse a Dios como Padre. Siempre se había encomendado a él, pero a la novena hora (3 de la tarde), lo invocó como Dios y le hizo esta terrible pregunta: «¿Por qué me has abandonado?». Dios lo desamparó porque es santo. La santidad de Dios exigía que sufriera su ira, ya que venía a ocupar nuestro lugar y a morir por nuestros pecados.
El profeta Isaías dice: “El Señor cargó en él el pecado de todos nosotros”, “habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores” (Isaías 53:6, 12). En otro lugar leemos: “Al que no conoció pecado, por nosotros (Dios) lo hizo pecado” (2 Corintios 5:21). Así que Jesús murió en lugar del hombre pecador, y ahora Dios puede perdonarnos justamente. Este es el mensaje del Evangelio: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).