La Buena Semilla: Domingo 26 Enero
Domingo
26
Enero
Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo.
Hebreos 10:5
En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
Hebreos 10:10
La humanidad de Jesús (2)
Su cuerpo

Jesús, el Hijo de Dios, participó de “carne y sangre” (Hebreos 2:14), es decir, tuvo un cuerpo real.

Concebido por el Espíritu de Dios en el vientre de la virgen María (Lucas 1:31, 35), Dios formó su cuerpo (Hebreos 10:5). Jesús nació, fue cuidado y alimentado por su madre. Creció, se convirtió en un niño, en un joven y luego en un adulto. Sus pies recorrieron los senderos de su país. Tenía ojos para ver, oídos para escuchar y boca para hablar y consolar a todos los que sufrían. Sus manos sanaron a los enfermos, sus brazos cargaron a los niños. Se arrodillaba para orar. Tuvo hambre, sed, se cansó, durmió…

Permitió que sus enemigos lo arrestaran. Lo ataron, lo azotaron, lo abofetearon, lo escupieron… Se dejó crucificar, ofreciendo su cuerpo como sacrificio. Sus manos y sus pies fueron traspasados con clavos. Su cuerpo fue expuesto en la cruz. Repartieron su ropa.

Luego, durante tres horas de oscuridad, Jesús llevó “nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24).

Finalmente murió inclinando la cabeza (Juan 19:30). Su costado fue traspasado por la espada de un soldado. La sangre fluyó de esa herida. Luego fue bajado de la cruz, envuelto en un sudario y depositado en una tumba.

Pero su cuerpo no sufrió corrupción. Al tercer día Jesús salió de la tumba y se mostró vivo a sus discípulos durante 40 días. Les permitió tocar su cuerpo resucitado, y con ese mismo cuerpo ascendió al cielo (Lucas 24:51).

(continuará el próximo domingo)

1 Samuel 20:24-42 – Mateo 16:13-28 – Salmo 17:6-9 – Proverbios 5:7-14