Los medios de comunicación informaron sobre el espectacular incendio que devastó la catedral de Notre Dame (París) en abril de 2019. Las imágenes del interior del edificio tomadas tras el incendio muestran un suelo cubierto de escombros, pero en el centro, una cruz permanecía en pie, intacta.
A pesar de los disturbios de nuestro mundo, de las incertidumbres económicas, del cambio climático, de las epidemias, la violencia y tantos otros problemas, hay un mensaje seguro e inmutable: ¡el mismo que nos da esta cruz que quedó en pie, intacta!
Hace más de 2000 años Jesús, el Hijo de Dios, vino a esta tierra. Al final de una vida pura y santa a los ojos de Dios, los hombres lo clavaron en una cruz. Por su amor le devolvieron odio (Salmo 109:5). Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, antes de su muerte, Jesús sufrió de parte de Dios el castigo que nosotros merecíamos por nuestros pecados.
Si creo que Jesús fue castigado en la cruz en mi lugar, mis pecados son perdonados. Este es el mensaje que se sigue proclamando aún hoy, aunque fue anunciado con mucha antelación (versículo de hoy). Como castigo por su pecado, los israelitas eran mordidos por serpientes venenosas, y morían (Números 21:6-9). Pero Dios, en su gracia, les dio un medio de salvación: el que miraba la serpiente de bronce colocada en lo alto de una vara, era sanado.
Lo mismo sucede hoy: Jesús, quien fue “levantado” en la cruz, salva a quien lo mira con fe. ¡Este mensaje, que sigue «en pie», se dirige a todos!
1 Samuel 7-8 – Mateo 8:23-34 – Salmo 7:9-17 – Proverbios 3:7-8