Un filósofo dijo: «No sabemos ni por qué hemos nacido ni en qué nos convertiremos después de la muerte. Todos estamos perdidos». Entonces, ¿puede este autor guiar a quienes se sienten perdidos en un mundo sin puntos de referencia? La sabiduría humana, ¿puede proporcionar certezas?
Al desobedecer a Dios, el hombre se extravió. Se convirtió en un “errante” en la tierra, como Caín (Génesis 4:10-12). Un profeta también lo dijo: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6). Pero Dios nos ama y no quiso dejarnos en dicho estado. Por ello pone ante nosotros dos caminos: “camino de vida y camino de muerte” (Jeremías 21:8). Este último es el camino ancho “que lleva a la perdición” (Mateo 7:13). Todos los seres humanos están en este camino. Pero a los que confían en Dios, él les da la fuerza moral para elegir el camino de la vida, de la bendición, de la felicidad. “Escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando al Señor tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él” (Deuteronomio 30:19-20). Entonces entramos en una relación con él. El otro camino conduce a la perdición y, finalmente, a la desdicha eterna. Nuestra propia voluntad nos aleja de Dios. Creer que Dios me ama, y someter mis pensamientos a sus enseñanzas, es andar con una lámpara a mis pies y una luz en mi camino (Salmo 119:105). La Biblia es la guía segura para orientarse en este mundo, la única guía verdadera para los perdidos.
1 Samuel 11 – Mateo 10:1-25 – Salmo 9:11-14 – Proverbios 3:13-15