Un nuevo año es como una página en blanco: todo está por escribir. Es el momento de tomar buenas decisiones, de hacer buenos planes… Pero, ¿quién podrá cumplirlos?
También es el buen momento para confiar nuestra vida a Dios, con nuestros miedos, sueños y perspectivas. ¡No es demasiado temprano ni demasiado tarde! Dejemos a Dios, quien puede todo, escribir con nosotros esta nueva página de nuestra historia, siendo muy conscientes de que su mirada no es como la nuestra.
Imagínese que llega al mirador de una montaña. ¡Desde ahí puede ver todo el valle! ¡Rápido, toma una foto! ¡Pero el resultado es decepcionante! Mientras sus ojos perciben claramente todo el panorama, en la foto solo sobresalen los elementos del primer plano…
En nuestras vidas sucede un poco lo contrario. Nuestros ojos están tan distraídos en el primer plano, en las circunstancias de nuestra vida, que perdemos de vista el panorama general. Pero Dios ve todo, tiene un propósito para cada uno de nosotros y quiere que todos seamos felices. “Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).
Sí, este nuevo año es una oportunidad para comenzar bien, haciendo la elección decisiva para nuestra vida: ¡volvernos a Dios! Y luego debemos confiar en él: él nos ama. Si no podemos cambiar las circunstancias, que a veces son difíciles, sí podríamos cambiar la forma de verlas. ¡Tomémoslas como viniendo de él!
Rut 1 – Mateo 1 – Salmo 1 – Proverbios 1:1-6