El comienzo de la historia de la humanidad está resumido en el primer libro de la Biblia, el Génesis. Dios nos habla por medio su Palabra, tanto al que cree en él, como al que no cree.
Reconozcamos que “las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Romanos 1:20). Pero leamos también con humildad, día tras día, lo que Dios nos dice en la Biblia. Son palabras de vida, de sabiduría, de ese Dios amoroso… Con paciencia, él quiere explicarlas a los que lo escuchan y creen; quiere hablarles a lo profundo del corazón y de la conciencia.
El Creador puso a los seres humanos en la tierra para que vivieran felices como responsables de esta hermosa y perfecta creación. Pero como malos administradores, no escucharon las palabras de su Creador, sino que se apropiaron de la tierra y de sus recursos para satisfacer sus codicias.
¿Quién puede negar las graves consecuencias que pesan cada vez más sobre el mundo y sus habitantes?
Sin embargo, Dios sigue amando a sus criaturas. Vino a hablarnos una vez más a través de su Hijo, a quien envió al mundo. Jesús, el Verbo eterno que creó todo, habitó entre nosotros, “pero el mundo no le conoció… Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:10, 12).
Rut 2 – Mateo 2 – Salmo 2:1-6 – Proverbios 1:7-9