Todos sabemos de memoria cierto número de expresiones o proverbios bíblicos, y solemos citarlos para “adornar” nuestra conversación. Por ejemplo: “No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra” (Mateo 13:57). “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12). A menudo citamos estas palabras sin recordar que se trata de una frase pronunciada por nuestro Señor Jesús. Sacadas de su contexto, estas palabras generalmente pierden la esencia de su sentido. Por ejemplo, alguien que restituye un objeto prestado a su dueño, dirá con una sonrisa: “Dad a César lo que es de César”… olvidando lo que sigue: “y a Dios lo que es de Dios”.
En nuestros países cristianizados hemos banalizado algunas expresiones de la Palabra de Dios para tranquilizar nuestra conciencia. Y también hemos omitido otras para no obedecer a Dios cuando esto nos molesta. Dar “a César lo que es de César” significa: seamos justos con nuestro prójimo, y también respecto al Estado cuando se trata de declarar nuestros ingresos…
Tomamos de la Biblia recomendaciones morales que facilitan la vida en sociedad, pero ¿
– Como Creador: obediencia y respeto.
– Como Dios Salvador: fe y amor.
– Como Padre: reconocimiento y adoración.
Dar a Dios lo que le corresponde también es aceptar lo que la Biblia dice de Jesús. Es creerle.
Levítico 14:33-57 – Romanos 11:1-24 – Salmo 68:1-6 – Proverbios 16:23-24