El Señor está cerca: Viernes 24 Julio
Viernes
24
Julio
El propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida.
1 Timoteo 1:5
Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos.
1 Timoteo 1:19
La importancia de una buena conciencia

Dios nos ha dado la conciencia para ayudarnos a distinguir entre lo moralmente correcto e incorrecto. Es un regalo divino, diseñado para guiarnos y prevenir que nuestras vidas naufraguen. La conciencia actúa como un radar espiritual; el estado en que la mantengamos determinará hasta qué punto podemos confiar en ella.

Una conciencia limpia (1 Ti. 3:9) es aquella que ha sido purificada mediante la confesión del pecado (véase 1 Jn. 1:9). Refleja el deseo de conocer y seguir la voluntad de Dios. Una conciencia limpia nos permite vivir sin culpa, caminando abierta y transparentemente delante del Señor. Cuando pecamos, sabemos de inmediato que debemos arreglar las cosas con él.

Una conciencia débil (1 Co. 8:7) es aquella que está atrapada en un sistema de normas y reglamentos, donde el espíritu del legalismo nos lleva a ser excesivamente críticos con nuestra forma de actuar. En tales casos, hemos creado nuestro propio sistema de reglas («debo, debería y tengo que») que busca medir lo que está bien y lo que está mal. Sin embargo, al hacer esto, no comprendemos adecuadamente la justicia de Dios, que nunca puede ser reemplazada por la justicia propia.

Una conciencia manchada (Tit. 1:15) está sucia por albergar el pecado. Si elegimos consistentemente nuestro propio camino en lugar del de Dios, perdemos de vista lo que es verdaderamente adecuado y verdadero. Excusas como «no puedo evitarlo» solo aumentan nuestra falta de paz y la poca fiabilidad de nuestra «brújula» interior.

Una conciencia cauterizada (1 Ti. 4:2) se vuelve insensible al pecado. Cuando resistimos continuamente y ignoramos las advertencias de nuestra conciencia, con el tiempo esta se vuelve insensible a la alarma moral. En estos momentos, es esencial pedirle a Dios que nos muestre cómo está funcionando nuestra conciencia, permitiéndole que la restaure.

Tim Hadley, Sr.