El Señor está cerca: Domingo 19 Julio
Domingo
19
Julio
Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Gálatas 1:3-5
Cristo se dio a sí mismo conforme a la voluntad del Padre

La salutación de Pablo a los gálatas es sumamente rica en contenido. La gracia se presenta aquí en contraste con la Ley. Mientras la Ley solo expuso la contienda y enemistad del hombre contra Dios, la sangre de la cruz de Cristo es la que trajo la paz. Ahora conocemos a Dios como nuestro Padre y al Señor Jesucristo como Aquel “que se dio a sí mismo por nuestros pecados”. La Ley, por su parte, no ofreció más que condenación; exigía perfección y, al no encontrarla en nosotros, nos condenaba. ¡Qué profundo contraste con el Señor Jesucristo y su sacrificio perfecto que quita los pecados! No fue un requisito severo de la Ley lo que lo impulsó a entregarse, sino su amor y su gracia.

La entrega de Cristo por nuestros pecados no buscaba mejorar nuestras circunstancias terrenales. No fue para que disfrutáramos con mayor libertad las cosas de este mundo, sino “para librarnos del presente siglo malo”. No solo hemos sido salvados del juicio venidero, sino que hemos sido salvados para participar de la gloria y disfrutar eternamente de la presencia de nuestro Salvador. La Ley podía mostrarnos cómo conducirnos en este mundo, pero era incapaz de darnos una herencia fuera de él. Solo Cristo merece todo el honor por esta maravillosa obra. La voluntad de nuestro Dios y Padre fue la fuente que movió a Cristo a realizar esta obra grandiosa. En esto vemos su perfecta entrega y amor hacia los pecadores. Cristo se deleitó en cumplir la voluntad del Padre. Más allá de un sentido del deber, Cristo fue movido por una santa devoción al Padre, manifestada tanto en su sumisión como en su sincero gozo al cumplir su voluntad.

“A quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”. ¡Palabras llenas de significado! Ni una mínima parte de la gloria se atribuye a capacidades o logros humanos. ¡La voluntad de Dios Padre ha triunfado!

L. M. Grant