El Señor está cerca: Lunes 6 Julio
Lunes
6
Julio
Alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riegos, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar… Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente… Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera.
Génesis 13:10-13
Lot (2)
Tomar una decisión

Lot, el sobrino de Abram, había viajado con él durante mucho tiempo. Ambos tenían muchas posesiones: rebaños, manadas y tiendas. Sin embargo, sus posesiones crecieron tanto que los pastores de ambos comenzaron a pelear entre sí. Para evitar conflictos, Abram –con humildad y generosidad– propuso a Lot que se separaran, dándole la oportunidad de elegir primero hacia dónde ir.

Pero Lot no consultó a Dios. En lugar de buscar Su dirección, él alzó sus ojos y observó la tierra. La fértil llanura del Jordán lo atrajo de inmediato, pues le recordaba al delta del Nilo en Egipto, donde había estado recientemente, y hasta el mismo jardín del Edén, del que probablemente había oído hablar. Así que eligió según su «sentido común» –como tantas veces hacemos nosotros–, basándose en su intuición «comercial». No leemos que haya orado, ya sea para pedir sabiduría o conocer la voluntad de Dios. La Escritura dice con claridad: “Lot escogió para sí”. Se dejó guiar por la vista, no por la fe. Se instaló en las ciudades de aquella llanura, sin preocuparse por la condición espiritual de sus habitantes. Pero Dios sí lo hizo. Él los describe como “malos y pecadores contra Jehová en gran manera”.

Más adelante, a través del profeta Ezequiel, Dios nos da más detalles de la maldad de Sodoma: “Soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí” (Ez. 16:49-50). No debemos guiarnos solamente por los beneficios o desventajas económicas al tomar decisiones, pues las consecuencias morales son mucho más importantes para Dios, y deben serlo también para nosotros.

Eugene P. Vedder, Jr.