El Señor está cerca: Lunes 20 Julio
Lunes
20
Julio
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos.
2 Corintios 6:14
Cuidado con el yugo desigual

El yugo más íntimo y permanente es el del matrimonio. Un creyente puede llegar a unirse en yugo desigual con un incrédulo mediante una sociedad comercial; y antes de que dicha unión termine, puede sufrir una profunda pérdida espiritual, además de que el nombre del Señor podría ser deshonrado, ya que el creyente compartiría la responsabilidad de las acciones erróneas cometidas por su socio inconverso. Sin embargo, en tales casos, al menos existe la posibilidad de disolver la sociedad, aunque ello implique una pérdida económica personal. Sin embargo, en el matrimonio no existe tal salida a los ojos de Dios, sino únicamente mediante la muerte. Existen otros yugos –aparte del matrimonio y los negocios– aunque no todos son igual de fuertes ni permanentes. Debemos evitarlos a todos.

Considere lo que representa un creyente: justicia, luz, Cristo, el templo de Dios. El incrédulo, por su parte, representa injusticia (o anarquía), tinieblas, Belial, ídolos. ¿Qué comunión, qué acuerdo, qué yugo podría haber entre dos naturalezas tan absolutamente opuestas? Ninguno en absoluto. Entonces, ¿por qué adoptar una posición que, en la práctica, intenta unir elementos que son tan inconciliables como los polos? El incrédulo no puede ajustarse a las cosas que son la esencia misma de la vida del creyente, porque no posee la vida que le permitiría hacerlo. Por el contrario, el creyente, aunque nacido de Dios, aún tiene a la carne dentro de él, y puede ser atraído y dañado por las cosas injustas que ocupan al incrédulo. Si se produce esta unión desigual, ¿cuál será el resultado?

No se requiere un conocimiento profundo para responder a esta pregunta. El incrédulo solo puede avanzar en una dirección: la del mundo y la carne. Sin embargo, el creyente puede seguir el camino de la fe o ser impulsado por el camino del mundo y la carne. Aunque el creyente, por la gracia de Dios, puede resistir, inevitablemente actuará más como un freno que como un impulsor en la vida de su cónyuge incrédulo. Y tristemente, el rumbo del incrédulo tiende a prevalecer, arrastrando al creyente en su caída.

F. B. Hole