¿Alguna vez se ha sentido incapaz de cumplir la tarea que Dios le ha encomendado? Muchos de nosotros hemos luchado alguna vez con esos sentimientos. A veces, enfrentamos responsabilidades que parecen que van más allá de lo que cualquier ser humano puede cumplir. Y si no prestamos atención, podríamos escondernos detrás de nuestras inseguridades, usando nuestras limitaciones como pretexto para no hacer lo que Dios nos pide.
A veces, eso significa alejarnos de oportunidades claras y preparadas por Dios. Quizá él ha abierto la puerta para compartir las buenas nuevas de Jesucristo con un colega, un familiar o un conocido… pero, por miedo a no saber qué decir, retrocedemos y dejamos pasar el momento. ¿Cuán frecuentemente experimentamos este tipo de situaciones?
Muchas veces, nos sentimos inadecuados por miedo: tememos fracasar, ser rechazados o no estar a la altura de las circunstancias. Sin embargo, por muy poco cualificados que nos sintamos, ese temor no justifica la elusión de nuestras responsabilidades. Aunque un cristiano se sienta incapaz de realizar algunas de las grandes tareas que Dios lo ha llamado a cumplir, ¡el Espíritu Santo es más que suficiente! Como creyentes, no necesitamos habilidades perfectas, solo un corazón dispuesto.
¿Qué ha dejado de hacer por el Señor por sentirse inadecuado? 2 Timoteo 1:7 nos dice que Dios nos ha dado un espíritu de poder, no de cobardía. Tan solo debemos actuar con fe, entonces la fuerza y la valentía del Espíritu Santo saldrán a nuestro encuentro.