En los evangelios leemos que en varias ocasiones Jesús le dijo a alguien que lo siguiese. Puede tratarse de un primer encuentro, como con Mateo, que estaba sentado en su oficina para cobrar los impuestos (Mateo 9:9), o al final de un largo viaje juntos, como con Pedro (Juan 21:23). Hoy Jesús ya no está en la tierra, ¿entonces qué significa seguir a Jesús?
Cuando seguimos a alguien, en un camino, no somos nosotros quienes elegimos la dirección, sino la persona a la que seguimos.
Seguir a Jesús significa escucharle en la oración, leer su Palabra escrita, la Biblia, para discernir lo que debemos hacer; lo que debemos elegir. También significa, como dice Jesús, tomar nuestra cruz, es decir, renunciar a nosotros mismos, a nuestra propia voluntad, para comprometernos con el camino que él nos ha trazado.
Seguir a Jesús significa ser su discípulo, aceptar sus enseñanzas de todo corazón. A lo mejor tenemos que cambiar nuestros hábitos, pero debemos estar abiertos al cambio, dispuestos a salir de nuestra zona de confort.
Seguir a Jesús significa aceptar obedecerle. Cuando leo la Biblia y comprendo que debo hacer esto o aquello, como por ejemplo, pedir perdón a alguien, al hacerlo, estoy siguiendo a Jesús.
Seguir a Jesús es también aceptar lo que soy, con mis defectos y mis errores, y dejarme transformar por él. En los evangelios, la palabra seguir traduce a menudo una palabra que significa «ir de camino con». Seguir a Jesús es hablar con él, escucharle, como cuando damos un paseo con un amigo.