“Nuestra sociedad moderna está enferma, prisionera de una lógica que conlleva más destrucciones, injusticias y frustraciones, que equilibrio y bienestar. El imperativo de rentabilidad económica a corto plazo hoy tiene prioridad sobre el interés general… Para salir de este callejón sin salida, los hombres no necesitan saber más o tener más tecnología, sino una visión general, un sentido común, en otras palabras, más sabiduría, si es posible”.

Esta constatación la hicieron dos hombres que recorrieron el mundo para tratar de encontrar un sentido a la vida. Quisieron compartir su búsqueda mediante un documental: “En búsqueda de sentido”.

En su viaje olvidaron considerar lo que la Biblia nos dice: “También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual me parece grande: una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes; y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre” (Eclesiastés 9:13-15).

Buscamos la sabiduría y olvidamos a aquel que es la sabiduría personificada: Jesucristo. De él habla la Biblia, en forma velada, en el libro de Eclesiastés. El apóstol Pablo declara: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado… Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:23-24).

En la cruz Jesús borró nuestros pecados, para darnos la vida. Aceptemos simplemente esto, y nuestra vida tendrá un sentido.