El Señor está cerca: Miércoles 19 Agosto
Miércoles
19
Agosto
Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová.
1 Reyes 18:17-18
El perturbador de Israel

El rey Acab fue al encuentro del profeta; inmediatamente lo acusa de ser aquel que turba a Israel. El país está lleno de ídolos y de templos de ídolos; Aseras y altares de ídolos, servidos por sacerdotes idólatras, se encuentran por todas partes; el pueblo ha abandonado a Dios y ha seguido a Baal; el rey es el jefe de la apostasía y su mujer, una pagana asesina; toda esta acumulación de maldad no es un desorden a los ojos del rey.

Sin embargo, si la sequía en el país y el hambre en Samaria vienen a contrariar sus caprichos y poner en peligro a sus caballos, entonces hay una profunda perturbación y el hombre por cuya palabra los cielos permanecen cerrados es, para el rey, aquel que turba. Por el poder del Dios vivo, Elías puede resucitar a un muerto y ordenar a la lluvia; pero si denuncia el pecado y advierte al pecador, enseguida es considerado como un sembrador de disturbio.

La presencia del hombre que pone el pecado sobre la conciencia y lleva al pecador a la presencia de Dios siempre es turbadora en este mundo. Cuando Cristo vino a este mundo, Herodes “se turbó, y todo Jerusalén con él” (Mt. 2:3). Más tarde, Pablo y sus compañeros fueron considerados como provocadores de disturbios, pues los excitados ciudadanos de Filipos dijeron: “Estos hombres… alborotan nuestra ciudad” (Hch. 16:20).

El cristiano mundano no será tratado de perturbador. Por el contrario, este era considerado como un muy apreciado miembro de la sociedad. Pero el hombre de Dios, que se mantiene separado de la corriente del mundo –al mismo tiempo que da testimonio del mal y advierte del juicio venidero– siempre será aquel que turba, incluso si proclama la gracia e indica el camino de la bendición.

Hamilton Smith