El Señor está cerca: Sábado 8 Agosto
Sábado
8
Agosto
Consideraos muertos al pecado.
Romanos 6:11
Considerarnos tal como Dios nos considera: muertos al pecado

Observe la fuerza del verbo «considerar», empleado aquí por el apóstol Pablo. ¡Cuán distinta es, en todos los sentidos, de la expresión «darse cuenta» que tanto usamos! Podemos darnos cuenta de hechos visibles o materiales; pero cuando se trata de una verdad espiritual, no se trata de percepción, sino de convicción. No es cuestión de sentir, sino de creer lo que Dios ha dicho. Es hacer cuentas con la verdad revelada.

En realidad, no puedo percibir ni «darme cuenta» que estoy muerto al pecado. Sin embargo, Dios afirma que lo estoy. Me asegura que, al morir Cristo, yo morí con él. Lo creo, no porque lo perciba con mis sentidos, sino porque Dios lo ha declarado. Tomo por cierto lo que él dice que soy. Si yo fuera impecable, si no hubiera pecado en mí, nunca se me ordenaría considerarme muerto al pecado. Tampoco se me advertiría con palabras como: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal” (Ro. 6:12). Justamente porque el pecado aún habita en mí, y para darme una plena liberación práctica del poder que ejerce, se me enseña esta gloriosa verdad: en Cristo, he muerto al pecado.

¿Y cómo sé que es verdad? ¿Porque lo siento? De ningún modo. ¿Cómo podría sentir que estoy muerto al pecado, cuando tantas veces experimento lo contrario? Es imposible. Pero Dios lo dice, y eso basta. No razono. No me dejo llevar por la falta de evidencia en mí mismo. Le creo a Dios. Me considero lo que él dice que soy.

No me esfuerzo por alcanzar un estado sin pecado –eso sería imposible– ni finjo estar en tal estado –eso sería un engaño. Con fe sencilla, como la de un niño, descanso en la posición que Dios me ha dado en Cristo: unido a él, muerto y resucitado. No me miro a mí mismo, sino a Cristo. Y en él veo, según la Palabra de Dios, la verdadera expresión de lo que soy ante su presencia. Eso lo cambia todo.

C. H. Mackintosh