El Señor está cerca: Miércoles 12 Agosto
Miércoles
12
Agosto
Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera… ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger.
Salmo 25:9, 12
El camino correcto (15)
Humildad y temor del Señor

La humildad, o mansedumbre, caracterizó al Señor Jesús durante su andar entre su pueblo. Él podía declarar con verdad que era humilde, y enseñó a sus discípulos a aprender de él y a reflejar las cualidades de verdaderos discípulos (véase Mt. 11:29). “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3).

La expresión “pobres en espíritu” denota cualidades y actitudes propias de los humildes y mansos. Implica juicio propio, abnegación y la eliminación de todos los estorbos que impidan un compromiso pleno con el Señor y sus intereses. Los líderes espirituales de Israel, sin embargo, manifestaban lo opuesto: no tenían lugar para el Señor Jesús, aunque afirmaban representar el camino de Dios en justicia.

Estos falsos guías debían haber conocido estas verdades por medio de la Palabra de Dios, que decían guardar. Sin embargo, aunque la conocían intelectualmente, su corazón estaba lejos de Dios. ¡Qué triste realidad! Pero esta condición también puede alcanzarnos hoy a usted y a mí. El remedio es el verdadero temor del Señor. No se trata de tenerle miedo, sino de reverenciarlo con amor, de honrarlo con un corazón entregado por completo a él. El temor del Señor implica juzgar nuestra propia voluntad, depender de él y considerar a los demás como superiores a nosotros mismos (véase Fil. 2:3).

El libro de Proverbios muestra que necesitamos el temor del Señor para nuestra vida cotidiana; cuánto más cuando se trata de las cosas del Señor. Él busca guiarnos en justicia, mientras que reinará con justicia en el siglo venidero. Mientras tanto, aprendemos de él a actuar con justicia, pues nos guía y nos enseña a anteponer sus intereses a los nuestros. Este es el “camino que ha de escoger”, el camino que tiene el sello de su promesa: “Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti” (Sal. 32:8 NBLA).

Alfred E. Bouter