El Señor está cerca: Sábado 15 Agosto
Sábado
15
Agosto
Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad… Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.
2 Corintios 8:1-2, 9
La gracia de Dios en acción

La gracia no es una cualidad natural del corazón humano. ¡Gracias sean dadas a Dios, quien se deleita en conceder gracia! Su gracia es tan ajena a nuestros corazones humanos, que cuando la vemos obrando, nos asombra y llena de gozo. La descripción que el apóstol Pablo hace de la gracia de Dios manifestada en los creyentes de Macedonia es un hermoso ejemplo de ello.

Que un grupo de creyentes predominantemente gentiles deseara ayudar a sus hermanos judíos necesitados ya era, en sí mismo, algo contrario a la naturaleza humana. En aquellos días –y aún en los nuestros– existían profundas divisiones, desconfianza y hasta abierta hostilidad entre judíos y gentiles. Pero la gracia de Dios, que ha unido a los creyentes, tanto judíos como gentiles, en un solo cuerpo, trasciende todos esos sentimientos carnales. ¡Qué maravilla!

Humanamente hablando, los creyentes macedonios eran extremadamente pobres. Pero, a pesar de ello, querían ayudar. No solo quisieron hacerlo: le suplicaron al apóstol Pablo que los dejara ayudar. Él no los motivó ni los presionó; de hecho, conocía bien su profunda necesidad. ¡Pero ellos insistieron en ayudar! Qué contraste tan marcado con la realidad de nuestros días, donde, con frecuencia y repetidamente, predicadores acomodados insisten en pedir dinero.

Estos creyentes, aunque pobres y afligidos, se entregaron primero al Señor y luego, con gozo, dieron más allá de sus fuerzas para bendecir a otros que también estaban en necesidad. En esto, siguieron el ejemplo supremo del Señor. Él, siendo rico más allá de toda medida, se hizo pobre por nosotros, para que por medio de su pobreza fuésemos enriquecidos. ¡Él nos ha dejado este ejemplo para que sigamos sus pisadas!

Eugene P. Vedder, Jr.