(Jesús dijo:) El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán.
Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
– El ejemplo (Jeremías 38:1-13): Desde la cisterna donde lo habían metido, Jeremías oró a Dios con estas palabras: “Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué; ataron mi vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí; aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy. Invoqué tu nombre, oh Señor, desde la cárcel profunda; oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros. Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas. Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida. Tú has visto, oh Señor, mi agravio; defiende mi causa” (Lamentaciones de Jeremías 3:52-59).
Dios le respondió: “No temas”. Al mismo tiempo un siervo del rey, sabiendo lo que había sucedido, tuvo la valentía de hablar al rey. Sorprendentemente el monarca le dio la orden de socorrer al profeta.
– La lección: Dios respondió a la oración de Jeremías, lo animó a no tener miedo e hizo que alguien actuase en el momento preciso. A menudo Dios obra así: dirige los acontecimientos para liberar a los suyos, fortalece su fe y los reanima. También actúa en las circunstancias externas de nuestra vida. Permite que seamos probados, que suframos por fidelidad a él. Asimismo, prepara el fin de la prueba. Dios actúa en nosotros y a nuestro favor, pues está “por nosotros”: nadie puede separarnos de su amor (Romanos 8:31, 35, 39).
(continuará el próximo miércoles)