Te quiero un poco, te quiero mucho, te quiero muchísimo… ¿Qué niño no ha deshojado una margarita cantando este estribillo? Un poco, mucho: acostumbramos medir el amor. Amamos a unas personas más que a otras.
Pero la Biblia dice que Dios ama a todos los seres humanos. Y los ama tanto que esta noción sobrepasa el pensamiento humano. “De tal manera amó Dios al mundo (a los hombres), que ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16). Esto nos lleva a darle gracias “por su don inefable” (2 Corintios 9:15). Su grandeza no se puede medir, y la razón es muy sencilla: “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Su naturaleza es amar. Nos ama según la plenitud de su ser infinito.
Dios nos mostró este amor. El apóstol Juan escribió: “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros”. Luego el apóstol Juan afirma: “Nosotros hemos conocido y
Con respecto a los que han creído, Jesús dijo a su Padre: “Los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:23). Y a ellos les dijo: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado” (Juan 15:9). ¡El amor del Padre por el Hijo es la medida infinita del amor que él tiene por nosotros!
Isaías 48 – Marcos 7:1-23 – Salmo 51:13-19 – Proverbios 14:31-32